Seguidores

Porque quiero más día a día

Y hoy es

miércoles, 26 de mayo de 2010

Buena idea. Eduardo Galeano

 "La Argentina" Una mujer joven y mestiza. En los festejos del Bicenteario.
 
Parafraseando a mi querido Gandhi:
cuando le preguntaron qué opinaba de la civilización occidental, contestó:
–sería una buena idea.
cuando me preguntan qué opino sobre la independencia latinoamericana, contesto:
–sería una buena idea.

Página/12 - Suplemento Aniversario - Mi Bicentenario

domingo, 23 de mayo de 2010

El Bicentenario, una fiesta para los argentinos.

La abdicación de Carlos IV y su hijo Fernando VII dejó vacante el trono español por lo que los virreinatos podían tomar decisiones por sí solos. En Buenos Aires, se declaró al Cabildo como órgano representante de la voluntad popular y depositario de la soberanía y se conforma la Primera Junta de gobierno. Así comienza el proceso independentista de la Nación Argentina.


Plaza de la Ciudad de San Justo, mi ciudad, engalanada por el Bicentenario

“Los pueblos deprimidos no vencen.” Una de las tantas frases lema de Arturo Jauretche se proyecta en letras azules desde la fachada del escenario principal. En la misma dirección que irradia la luz, un reguero de cabezas se pierde en un infinito para el ojo humano.
En un clima de celebración y patriotismo como hace tiempo no se veía, la multitud  se da cita en la avenida 9 de Julio para presenciar el cierre de la segunda jornada de festejos por el Bicentenario. Se lleva a cabo un homenaje a la música latinoamericana con la participación de de artistas como Víctor Heredia, Los Jaivas, León Gieco, Jaime Roos, Pablo Milanés, Gilberto Gil y Gustavo Santaolalla.
Es un sensación muy extraña  la que se siente por estos días en la Argentina, donde se mezclan los sentimientos de patriotismo, alegría y orgullo por nuestras raíces, junto con la sensación de estar viviendo un momento histórico irrepetible y del cual los argentinos queremos y podemos ser parte.

Un momento de la transmisión de los festejos.

jueves, 20 de mayo de 2010

Entre pizarrones, tizas y amor...2


La clase de Práctica del Lenguaje se desarrollaba en medio de un agradable clima de trabajo.
Los chicos contaban en sus carpetas la historia de Tomás y su papá, que habíamos leído en clase.
Luciano me muestra su trabajo.
-Tenés que relatar en tercera persona, él no es tu papá.
-¡Sí!, ¡es mi papá!
- ¿Cómo?
-  Bueno... ¡se parece!

domingo, 16 de mayo de 2010

Paul Éluard

1937 Portrait de Paul Éluard au chat Pablo Picasso


Bajo el seudónimo de Paul Éluard se encuentra la figura del escritor surrealista Eugène Grindel. Hijo de un contable, su infancia transcurre a las afueras de París. Enfermo de tuberculosis, tiene que abandonar sus estudios para ser ingresado en un sanatorio, donde conoce a su futura esposa, Helena Diakonova, a quien llama Gala.
Tras su participación en la Primera Guerra Mundial, inicia sus contactos con el círculo de intelectuales anarquistas, los dadaístas. Unido al grupo, se convierte en una de las figuras más representativas del surrealismo francés.
En 1926, junto a André Breton y Louis Aragon, se une al partido comunista, que influye notablemente en su obra. La nueva poesía tiene como objetivo el dolor, la esperanza y la justicia social.
En 1929 visita Cadaqués junto a su mujer e hija invitado por Salvador Dalí. Sería el comienzo de la relación que uniría a Gala y Dalí.
Durante la ocupación alemana en Francia, Paul Éluard se convierte en uno de los escritores más relevantes de la resistencia. Entre sus obras capitales deben mencionarse: "El deber y la inquietud" (1917), "Capital del dolor" (1926), "La Inmaculada Concepción", en colaboración con Breton (1930), "Curso natural" (1938), "Poesía y verdad" (1942), "Lección de moral" (1950) y "Los senderos y los caminos de la poseía" (1952).

Libertad
 Paul Eluard

En mis cuadernos de escolar
en mi pupitre en los árboles
en la arena y en la nieve
escribo tu nombre.
En las páginas leídas
en las páginas vírgenes
en la piedra la sangre y las cenizas
escribo tu nombre.
En las imágenes doradas
en las armas del soldado
en la corona de los reyes
escribo tu nombre.
En la selva y el desierto
en los nidos en las emboscadas
en el eco de mi infancia
escribo tu nombre.
En las maravillas nocturnas
en el pan blanco cotidiano
en las estaciones enamoradas
escribo tu nombre.
En mis trapos azules
en el estanque de sol enmohecido
en el lago de viviente lunas
escribo tu nombre.
En los campos en el horizonte
en las alas de los pájaros
en el molino de las sombras
escribo tu nombre.
En cada suspiro de la aurora
en el mar en los barcos
en la montaña desafiante
escribo tu nombre.
En la espuma de las nubes
en el sudor de las tempestades
en la lluvia menuda y fatigante
escribo tu nombre.
En las formas resplandecientes
en las campanas de colores
en la verdad física.
escribo tu nombre.
En los senderos despiertos
en los caminos desplegados
en las plazas desbordantes
escribo tu nombre.
En la lámpara que se enciende
en la lámpara que se extingue
en la casa de mis hermanos
escribo tu nombre.
En el fruto en dos cortado
en el espejo de mi cuarto
en la concha vacía de mi lecho
escribo tu nombre.
En mi perro glotón y tierno
en sus orejas levantadas
en su patita coja
escribo tu nombre.
En el quicio de mi puerta
en los objetos familiares
en la llama de fuego bendecida
escribo tu nombre.
En la carne que me es dada
en la frente de mis amigos
en cada mano que se tiende
escribo tu nombre.
En la vitrina de las sorpresas
en los labios displicentes
más allá del silencio
escribo tu nombre.
En mis refugios destruidos
en mis faros sin luz
en el muro de mi tedio
escribo tu nombre.
En la ausencia sin deseo
en la soledad desnuda
en las escalinatas de la muerte
escribo tu nombre.
En la salud reencontrada
en el riesgo desaparecido
en la esperanza sin recuerdo
escribo tu nombre.
Y por el poder de una palabra
vuelvo a vivir
nací para conocerte
para cantarte 
 Libertad

domingo, 9 de mayo de 2010

El imperio del consumo . Eduardo Galeano.

El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.

                                                        El jardín de las delicias. El Bosco.


La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble. La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. 
Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar. La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica. EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.
(…)
Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald's, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.  

(…)
Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece. Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. 

(…) 
El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza.
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.



Eduardo Galeano
Montevideo, Uruguay
Para leer la nota completa: El Imperio del consumo

viernes, 7 de mayo de 2010

Sabores argentinos. Asado a la parrilla.

Mayo es el mes de la Patria en Argentina.
Este año se cumplen 200 años de aquel primer grito de Libertad, el 25 de Mayo de 1810.
Y como estamos de fiesta, tenemos  la excusa perfecta para reunirnos en familia y disfrutar de una comida típica y tradicional.
Aparte del fútbol, el tango, el mate, el dulce de leche ...., la comida que mejor representa a los argentinos es el asado. Y de esta especialidad de la gastronomía argentina, voy a escribir hoy.


En la parrillada se empieza con una empanada, luego es el turno del choripán y la morcilla y los primeros vasos de un buen vino tinto, para seguir con el queso y las achuras antes de que hagan su aparición los distintos cortes de carne, vacío, asado de tira, entraña, matambre, pollo, etc.
Estos son los pasos a seguir para hacerlo bien rico:
Se prepara un fuego con abundante leña o carbón, bien encendido, hasta que forme brasas. 
Se coloca la carne (salada con sal gruesa) en la parrilla.
Luego, lentamente, debajo de la parrilla o asador, se le van agregando brasas, primero alrededor de donde está colocada la carne, y luego en el centro , para ir calentando poco a poco la carne, pues se debe ir cocinando despacio, sin arrebatar.  Cuando la parte de arriba de la carne comienza a entibiarse bien, es que ya está a punto de dar vuelta los cortes. Se asan de ese lado un buen rato más... Y a comer!!!
En casa acostumbramos a reunirnos los domingos alrededor de la parrilla, desde ya quedan todos invitados!

miércoles, 5 de mayo de 2010

Entre pizarrones, tizas y amor...1


Suena la campana y marca estridente el fin de la jornada. Rápidos y bulliciosos, los últimos en salir al patio, se mueven con la mezcla de cansancio y alegría en el rostro.  Dirijo mis pasos hacia la puerta cuando la voz de Luciano sentado todavía, se distingue del resto y suena agobiada por el peso de la tarea que lleva a su casa:
-¿Seño, por qué nos vas matando de a poquito?

domingo, 2 de mayo de 2010

María Callas, La Divina.


María Callas fue una de las cantantes de ópera más reconocidas y versátiles del siglo XX. Su vida privada, unas veces polémica y otras dinámica, fue tan fascinante como su trayectoria artística.


Nacida en Nueva York pero de origen griego, Callas fue famosa por su peculiar voz y sus variados registros que le permitían realizar multitud de papeles en óperas.
La década de 1950 fue la de sus extraordinarios triunfos: en absoluta plenitud de sus medios vocales, protagonizó veladas inolvidables, muchas de ellas conservadas en documentos fonográficos de inestimable valor, en las que encarnó los grandes papeles del repertorio italiano belcantista y romántico para soprano.
Además, inició la recuperación de algunas obras olvidadas de autores como Cherubini (Medea, una de sus creaciones más impresionantes y cargadas de dramatismo), Gluck (Ifigenia en Tauride), Rossini (Armida) o Donizetti (Poliuto), práctica esta que sería imitada por otras insignes sopranos como Joan Sutherland o Montserrat Caballé. En esos años, el director de cine y teatro Lucchino Visconti firmó para ella algunos de sus montajes más importantes, como La Traviata que pudo verse en 1955 en la Scala de Milán o la Anna Bolena que en la misma escena se representó en 1957.
Su vida personal, sin embargo, distó mucho de ser afortunada: su primer matrimonio (1949) con el empresario G. B. Meneghini se rompió al cabo de diez años, y su posterior relación con el millonario griego Aristóteles Onassis tampoco le aportó la felicidad ni la estabilidad necesarias para proseguir su carrera.
Su muerte repentina, a causa de un ataque cardíaco, dejó un hueco en el mundo de la lírica que ninguna otra soprano ha sido capaz de ocupar.
La seducción de su voz, nos sigue fascinando aún hoy, a treinta y tres años de su muerte.