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Porque quiero más día a día

Y hoy es

sábado, 28 de agosto de 2010

Hasta luego.

Por dos o tres meses voy dejar de publicar en mis dos blogs. Un problema de salud familiar requiere mi tiempo, mi atención y mi dedicación. Voy a seguir visitándolos de tanto en tanto,  les dejo un gran abrazo y un hasta prontito. Me despido con los versos de un gran poeta .


Soneto da Fidelidade (Vinícius de Moraes)
E tudo, ao meu amor serei atento
Antes, e com tal zelo, e sempre, e tanto
Que mesmo em face do maior encanto
Dele se encante mais meus pensamentos

Quero vivê-lo em cada vão momento
E em seu louvor hei de espalhar meu canto
E rir meu riso e derramar meu pranto
Ao seu pesar ou seu contentamento

E assim quando mais tarde me procure
Quem sabe a morte, angústia de quem vive
Quem sabe a solidão, fim de quem ama

Eu possa me dizer do amor (que tive)
Que não seja imortal, posto que é chama
Mas que seja infinito enquanto dure

Soneto de la Fidelidad (Vinícius de Moraes)
En todo, le seré a mi amor atento
Antes, y con tal celo, y siempre, y tanto
Que incluso en frente del mayor encanto
De él se encante más mi pensamiento.

Quiero vivirlo en cada momento
Y en su loor he de esparcir mi canto
Y reir mi risa y derramar mi llanto
Ya para su pesar o su contento.

Y así, cuando más tarde me procure
Quizás la muerte, angustia del que vive
Quizás la soledad, fin de quien ama

Pueda decir del amor (que tuve):
Que no sea inmortal, puesto que es llama,
Mas que sea infinito mientras dure.



Mientras... viene llegando  la primavera, feliz primavera en el corazón para todos!

sábado, 21 de agosto de 2010

Mujeres que corren con los lobos

Dos mujeres corriendo en la playa, de Pablo Picasso (1922).
La psicoanalista junguiana Clarissa Pinkola Estés trabajó durante más de dos décadas para alumbrar este libro, Mujeres que corren con los lobos. Es una recopilación de mitos y relatos populares que recrean el mito de la Mujer Salvaje, esa fuerza-hembra que habita en todas las mujeres cuando dejan de temerle a su poder. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas”, dispara Clarissa Pinkola Estés desde el prefacio de este libro que tardó más de veinticinco años en escribir, porque no es un ensayo sino una pormenorizada y aguda recopilación e interpretación de cuentos populares de diferente procedencia, puestos al servicio de la figura de la Mujer Salvaje. Doctorada en psicología etnoclínica –cruza de psicología clínica y etnología–, y psicoanalista junguiana, Pinkola Estés es, además, cantadora o mesemondó, es decir, heredera de las ancianas húngaras que transmiten oralmente sus tradiciones en forma de relatos, que desgranan absortas sus historias, sentadas en sillas de madera con sus monederos de plástico estrujados en las manos.
Pinkola Estés utiliza con sus pacientes, para curarlas, cuentos. Y los cuenta al estilo junguiano, desde un análisis en el que cada personaje del relato es una parte de una misma psiquis, partiendo de la base de que en la mente y el alma de una misma persona, en este caso una mujer, se libran constantemente luchas tormentosas entre fuerzas opuestas.
El trabajo de esta analista está puesto al servicio de rescatar, de esos cuentos, interpretaciones que ayuden a sus pacientes o a sus lectoras a detectar en sí mismas a la Mujer Salvaje, y a dejarla operar en sí mismas, a permitirle triunfar por sobre otros arquetipos que las alejan de su propia naturaleza. ¿Quién es la Mujer Salvaje? ¿A qué fuerzas representa? La Mujer que corre con los Lobos fue elegida aquí para equiparar una parte femenina con ciertas especies de lobos, el canis lupus y el canis rufus: a saber, una aguda percepción, un espíritu lúdico y una elevada capacidad de afecto.
Pinkola Estés nació en el seno de una familia mexicano-española y fue adoptada luego por una familia húngara. Se crió cerca de la frontera de Michigan, en una zona de bosques en la que los relámpagos no eran temibles sino usuales habitantes de la noche.
Más tarde, cuando se formaba como analista, observó que la psicología tradicional carece muchas veces de respuestas para las cuestiones más importantes de las mujeres: lo arquetípico, lo intuitivo, lo sexual y lo cíclico, las edades, el saber innato y adquirido, el fuego creador. Luego de pasarse años estudiando cuentos de hadas, mitos y relatos de múltiples orígenes, unió dos palabras, “mujer” y “salvaje”, para abrir, dice, una puerta que toda mujer comprende apenas las escucha. Es una puerta culturalmente cerrada, a veces olvidada, pero que permanece allí en tanto una mujer, cualquier mujer, permanezca allí. Es intuitiva, apasionada, indómita, es, sobre todo, una fuerza que regala a las mujeres la certeza de estar haciendo lo correcto, sea esto lo que fuere, cuando se dejan guiar por ella. Es por lo tanto una fuerza peligrosa para el statu quo, porque, cuando una mujer huele esa fuerza dentro de sí, es capaz de todo: de abandonar un matrimonio, de dejar un trabajo, de irse repentinamente de viaje, de pedir a gritos que la dejen sola, de quebrantar, si es preciso, una o todas las normas que le enseñaron. Esa fuerza femenina, advierte Pinkola Estés, trasciende cualquier nombre y entrelaza muchas otrasfuerzas vitales, pero ha sido bautizada aquí con ese nombre sólo a modo de hacer inteligible su presencia antiquísima en los relatos populares que esta analista ha reconstruido buceando, muchas veces, para recuperar “huesos perdidos”, eslabones sexuales, sórdidos o escatológicos que las buenas costumbres borraron de ellos a lo largo del tiempo. Es la loba que lucha ferozmente por lo que merece vivir, y que suelta aquello que debe morir.

Loba y hembra
Los relatos elegidos por Pinkola Estés, en su consultorio, recrean el drama psíquico de su paciente. Los que ha elegido para analizar en este libro son los que a su entender resumen con más potencia el papel redentor de la Mujer Salvaje, que no emerge nunca fácilmente: siempre habrá que sortear obstáculos y desoír voces de otros arquetipos que inclinan a las mujeres a mostrarse más dulces, más cariñosas, más egoístas, más calculadoras o más débiles de lo que son.
El análisis paleomitológico que ha hecho la analista y que transmite en una bellísima prosa conecta esos relatos a veces con sueños recurrentes femeninos y otras veces con visiones que se suelen tener en estados de conciencia no ordinarios. Casi todos coinciden en un punto: a cierta altura de los acontecimientos personales de cada mujer, es necesario tener el coraje para ver aquello que los guardianes de la conciencia aconsejan no ver. Es necesario correrse de lugar y darle crédito a esa carga de Yo de un orden diferente del que el psicoanálisis tradicional nos ha acostumbrado. Pinkola Estés habla de alma. Y dice que “cuando trabajamos el alma, ella, la Mujer Salvaje, crea una mayor cantidad de sí misma”. Sólo hace falta hacerle espacio: ella, esa fuerza, hace el resto del trabajo por nosotras, porque entonces nosotras ya somos ella. Que la educación, la cultura o el miedo hayan taponado el ingreso de este arquetipo a la mente de una mujer no significa que ella no esté esperando, como una guerrera, su nueva oportunidad. Pinkola Estés afirma que “si una mujer logra conservar el regalo de ser vieja cuando es joven y de ser joven cuando es vieja, siempre sabrá lo que tiene que esperar. Pero, si lo ha perdido, lo puede recuperar mediante un decidido esfuerzo psíquico”.
Otros nombres de la Mujer Salvaje, en diferentes tradiciones, son la Loba, la Huesera, la Trapera o La que Sabe. Siempre, en todas las culturas, estos arquetipos representan el archivo de la feminidad, su potencia a veces magnánima y dadora de vida, y otras veces feroz y revulsiva, la conservadora de la potestad de la hembra.
Con respecto de los hombres, algunos, claro, preferirán una gata a una loba, y ni qué hablar de los que preferirían un monito amaestrado. Pero sólo aquel dispuesto a hacer contacto con la parte salvaje de una misma será el adecuado. Es el que no se asustará de nuestros gritos ni nos dirá peyorativamente que de pronto estamos pensando con los ovarios. Por el contrario, el adecuado es el que estará orgulloso de tener al lado a esa mujer.

Barba Azul
A lo largo del libro, Pinkola Estés va narrando varios cuentos y haciendo el posterior análisis de cada uno de los personajes, que son partes de una sola psiquis. En ellos hay hadas bienhechoras, doncellas ingenuas, hermanas sabias, padres indiferentes, mascotas perceptivas, curanderas expertas, brujas horripilantes. Todos esos seres viven en nosotros, juegan sus juegos, hacen sus apuestas. “Pero, ¿qué vamos a hacer con todos estos seres interiores que están locos y que siembran la destrucción sin darse cuenta? Hay que dejarles sitio incluso a ellos, pero un sitio en el que se les pueda vigilar. Uno de ellos en particular, el más falso y el más poderoso fugitivo de la psique, requiere nuestra inmediata atención y actuación: se trata del depredador natural”, dicePinkola Estés en la introducción de uno de los cuentos: “Barba Azul”. El cuento es conocido, pero la analista subraya en el personaje central su carácter destructivo (o autodestructivo) y destaca las soluciones que el mismo cuento ofrece para aniquilar al mal.
En resumen, un gigante conocido como Barba Azul corteja a tres hermanas. Es excéntrico, y las dos mayores desconfían de él. Pero cautiva a la menor, a la más ingenua, que se casa con él. Ya en su castillo, el marido la trata bien y un día le dice que debe irse y que, si quiere, la joven esposa puede invitar a sus hermanas a quedarse con ella. Le da todas las llaves del castillo, y le dice que puede ir adonde quiera, pero con una sola restricción: hay una llave pequeña que debe abstenerse de usar. En su ausencia, las hermanas, apenas enteradas de que hay una llave que no se puede usar, proponen jugar a descubrir a qué puerta pertenece. Y como es natural, una vez descubierta la puerta, la abren. Allí, la joven esposa descubre una pila de cadáveres ensangrentados de mujeres, y advierte que la llave también empieza a sangrar: es una trampa que le ha dejado Barba Azul para saber si fue o no obedecido. La joven esposa trata de limpiar la sangre de la llave, la frota con crin de caballo, la lava, pero todo es inútil. Las hermanas se esconden cuando él llega. Ve la llave sangrar y se enfurece. Le dice a la joven que las muertas son sus esposas anteriores, todas las que lo desobedecieron y abrieron esa puerta. Y la empuja hasta allí para matarla. En su espanto, la joven le dice: “Está bien, está bien, pero dame tiempo para prepararme para la muerte”. El se lo otorga. Mientras tanto, las hermanas llaman a sus hermanos para que vengan a rescatar a la joven. “¿Los ven venir?”, pregunta ella, aterrorizada. “No, todavía no”, contestan las hermanas. “¿No llegan aún?”, insiste. “¡Ya vienen!”, contestan por fin. Los hermanos finalmente matan a Barba Azul y liberan a la joven, que ya no es ingenua. Ya es una mujer.
En la psiquis de una mujer, siempre hay una parte ingenua que se deja fascinar incluso por lo que sabe de antemano que no le conviene. Siempre hay una parte cautelosa (las hermanas mayores) que optan por dejar pasar la apariencia del buen partido. Hay además, sobre todo, un depredador natural, una fuerza autodestructiva que no tiene límites, es seductora y sádica y tiende trampas. Cuando el drama se desarrolla y la joven va a ser asesinada, se produce su iniciación: crece y se vuelve astuta: pide tiempo para elaborar una estrategia. El tiempo le es concedido y es usado para convocar a los hermanos, los guardianes, los guerreros que también existen en la psiquis para acudir ante el peligro. El nudo dramático del cuento transcurre sin embargo un poco antes, cuando la joven esposa abre la puerta y ve. En la vida –o en la psiquis– de todas las mujeres hay algo que se prefiere no ver. Algo monstruoso, doloroso, algo del orden del mal. La joven esposa no habría crecido y no habría triunfado si no hubiese sido capaz de sobreponerse a lo que ve tras esa puerta: que las mujeres ingenuas y curiosas que no desarrollan su astucia no tienen chance. “La capacidad de resistir lo que averigüe permitirá a una mujer regresar a su naturaleza profunda, en la que todos sus pensamientos, sus sensaciones y sus acciones recibirán el apoyo que necesitan”, dice Pinkola Estés, quien además analiza la curiosa relación entre el depredador y su presa, “quienes bailan una misteriosa danza psíquica. Dicen que cuando la presa establece con el depredador cierto tipo de servil contacto visual y experimenta un temblor que produce una leve ondulación de la piel sobre los músculos, reconoce su propia debilidad y accede a convertirse en víctima”. El final justiciero del cuento se debe a que la joven esposa, en ese momento crucial, no se conectó con el papel de presa sino con la Mujer Salvaje: pidió tiempo para contraatacar.
A lo largo del libro de Pinkola Estés, otros cuentos hablan de otros personajes. La mujer interior, la mujer esqueleto, la función de la cólera, los pasos del perdón, el alma salvaje, el patito feo, el poder del nombre, la pestaña del lobo... son sólo algunos de los elementos que viven en los cuentos orales de los que esta mujer honda saca enseñanzas. En elcapítulo que habla sobre la cólera, la analista desliza una clave para salir en busca de la propia Mujer Salvaje. “Hay un momento en nuestra vida, por regla general al llegar a la mediana edad, en que una mujer tiene que tomar una decisión, posiblemente la decisión psíquica más importante de su vida futura, y es la de sentirse o no una amargada”. Hay que salir, entonces, de caza, de pesca y de conquista por el interior de una misma: esa que olfatea con ganas, se revuelca de risa, saca pezuñas, aúlla de noche y mueve la cola está aquí adentro.


Sandra Russo .- Página12. Miradas de Mujer.- 7 de enero de 2000



domingo, 15 de agosto de 2010

Voy a dormir ... Alfonsina Storni

Alfonsina Storni
Alfonsina Storni  nació en la embajada argentina,Capriasca Suiza en 1892. A los cuatro años se trasladó con sus padres a Argentina.
Vivió en Rosario, estudió Magisterio en la Escuela Normal y fue profesora de arte dramático, hizo alguna incursión en el teatro, pero lo más conocido de su obra son sus libros de poemas. 
Comenzó su carrera literaria en 1916 con La inquietud del rosal, que recoge las sugestiones intimistas y sentimentales de un nuevo romanticismo, desprendiéndose de la poderosa influencia del modernismo. 
Sus viajes a Europa, en 1930 y 1934, influyeron en un cambio de rumbo poético, que se refleja en sus libros de madurez, los más logrados, donde la experiencia amorosa se torna confidencia dramática y reflexión sobre la condición femenina

Alfonsina se suicidó en 1938 en Mar del Plata, sintiendo la impotencia ante el dolor producido por el cáncer. La noche anterior a que se internara en el mar desde la playa La Perla, escribió un poema, que envió al diario argentino La nación, y que fue publicado con su necrológica: “Voy a dormir”, y que se cree estaba dirigida a su hijo.


Voy a dormir
 
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Oue la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.


Mercedes Sosa canta una canción que en homenaje a Alfonsina realizaran Ariel Ramirez y Felix Luna: "Alfonsina y el mar".

martes, 10 de agosto de 2010

Cumplimos un año, muchas gracias!

Hoy  mi blog cumple un año.
Me gusta mucho cumplir años y sobre todo festejarlos. Sería hermoso poder abrazar y brindar con cada uno de los que pasaron y me dieron generosamente su tiempo leyendo una entrada y regalándome un comentario. 
Recuerdo cuando comencé, tenía necesidad de comunicación, de transmitir cosas que siento, que me gustan, que me importan o que me preocupan y que alguien se interesara en ellas... Y de a poquito, uno a uno fui conociéndolos, me costó,  entraba a los blogs una y otra vez porque se me mezclaban nombres,  avatares, perfiles,  títulos de blogs... 
Hoy me encuentro aquí, en este lugar a donde llegué caminando con ustedes, pendiente de cada uno, esperando sus publicaciones y sus comentarios, viéndolos también crecer, sintiéndolos muy cerca... 
Yo siempre digo que el amor viene después del conocimiento, no se puede amar lo que no se conoce, y yo puedo decir que después de un año, los conozco y los quiero...




Les dejo el fragmento de un poema de Fernanda de Castro

ALEGRIA
(fragmento)

De cada cicatriz
yo pude hacer un día
no dolor, ni tristeza, ni nostalgia,
sino heroica alegría. . .
Alegría sin causa, alegría animal,
que ningún mal
puede vencer. . .
Loco placer
de respirar.
Alegría brutal y primitiva
de estar viva,
feliz o infeliz
pero bien agarrada a la raíz.
¡Alegría!
¡Alegría!
Alegría de sentirme cada día
más cansada, más triste y dolorida,
y cada vez amando más la vida. 

Y con esa alegría hoy brindo por la salud y la felicidad de todos nosotros, un fuerte abrazo!

miércoles, 4 de agosto de 2010

El amor y la poesía del invierno. Pablo Neruda


El frío está penetrándonos en estos días... Los colores grises, negros y marrones, los olores que la combustión y el hacinamiento exhalan. Los humores de la queja, el miedo y el hastío, los sabores que buscamos en cada generosa caloría... El silencio de las calles solitarias, de las plazas y los árboles sin niños y sin pájaros... 
Alli en el rincón más tibio de mi corazón el amor enciende el fuego y veo  azules, rosas y amarillos y siento ese perfume que me embriaga y hay risas y alegría y en una copa de vino la felicidad compartida y el silencio es poesía en una canción de Vinicius... Y leo a Pablo Neruda
La rama robada
 
En la noche entraremos
a robar
una rama florida.
Pasaremos el muro,
en las tinieblas del jardín ajeno,
dos sombras en la sombra.
Aún no se fue el invierno,
y el manzano aparece
convertido de pronto
en cascada de estrellas olorosas.
En la noche entraremos
hasta su tembloroso firmamento,
y tus pequeñas manos y las mías
robarán las estrellas.
Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y en la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera. 
 

Vinicius de Moraes & Toquinho.- Tarde em Itapuã-